sábado, 28 de abril de 2007

Noticias (Abril 2007)

Este domingo en la Calle Gascona (Oviedo) es la Jornada de los Platos a la Sidra. No sabría recomendaros un sitio concreto, pero el ambiente está garantizado.

Si os dais prisa aún podeis llegar a la Semana de las Verduras de Tudela. Una fiesta de olores y sabores en la calle, regada con los vinos de la rioja, que no sé si son light pero sí que están de muerte.

Pravia, 28-29 de Abril, XXII Jornada del Salmón (nunca he ido pero me encantaría que me lo contarais)

El domingo pasado también en Gascona hubo una degustación gratuita de las mejores sidras. No os pude avisar a tiempo pero la menda estuvo allí. La calle era como un embudo de gente. Comprabas por tres euros el vaso y el pañuelo y a beber. Sospecho que el interés crítico brillaba por su ausencia y se hablaba de todo menos de sidra.
Para mi la mejor fue la de Foncueva, perfecta en su temperatura y escanciado, fresca y no muy amarga. Trabanco sacó un palo malo, muy fría y demasiado ácida. Y la Roza me sorprendió por dulce y suave en el estómago. Podría seguir pero a partir de ahí mi criterio ya estaba algo nublado. El próximo año espero veros allí. ¡Qué tién esa sidrina que sabe tan bien, que cuanto más bebo más quiero beber!

domingo, 22 de abril de 2007

León

Empiezo por esta ciudad no porque la conozca mejor sino por ser la última que he visitado.
No hace falta que diga que, como en cualquier ciudad española, el primer punto de búsqueda gastronómica es el casco antiguo, el húmedo, el barrio viejo. Sin embargo no voy a hacer aquí rutas cuadriculadas; no os diré que probéis los cojonudos de La Zapatilla, la morcilla de La Bicha o el vermut del Llar: eso sería quitaros el regalo de callejear perdidos, o casi, buscando por olfato esa tapa o ese vino. Seguid a la gente, a vuestro instinto y en último caso preguntad; siempre tendréis un resultado diferente y original.
Ahora bien, una vez agotados y medio borrachos, dispuestos a sentaros y descansar al calor de un buen vino y un buen plato, conozco algún rincón digno de visitar.

LA BALCONADA
(Plaza Mayor 28. Tlf 987 094 226)
Simplemente espectacular. Podría pasar desapercibido a pesar de su excelente ubicación. El barín es pequeño y sin mayor encanto pero si subís las escaleras la cosa cambia.
Todo el edificio es del restaurante y así posee dos pequeños comedores, uno por piso, decorados con el encanto rústico de la piedra y la calidez de colores azules y anaranjados en las paredes. El servicio es encantador sin exceso de remilgos y con sonrisa radiante que escasea en León.
Entre los vinos, además de una buena selección de Riberas y Riojas, sorprende un vino de la tierra; el Tampesta. Riquísimo, mucho más suave y afrutado de lo que es costumbre en estas tierras.
La carta no tiene desperdicio, así que pedid sin miedo. Las ancas de rana son un espectáculo de sabores además de muy típicas. Nunca las probé mejores. Los bastones de solomillo sobre pasta brie son exquisitos. Y las vieiras, aunque incomparables con las gallegas, están cocinadas con mimo, tratando de destacar su sabor por encima de la salsa.
El nombre de la cocinera es Asma y la dueña, que heredó el edificio de su abuela, es una camarera más con su sonrisa inseparable.
Un gustazo de sitio con un precio estupendo tan adecuado para un grupo de amigos como para ir de parejita.

PALACIO JABALQUINTO
(Juan de Arfe 2)
Para los que busquéis más caché no deja de ser esta una buena elección, aunque he de decir que el mayor de sus encantos reside en el patio que le da entrada y que ni siquiera pertenece al restaurante.
La decoración es minimalista y exquisita pero choca en exceso con lo que esperas del edificio y resulta un tanto fría. El servicio tiene tanto de profesional sin tacha como de poco entregado. La cocina pierde por ostentosa el protagonismo de los ingredientes principales. El sabor del mero se baña en exceso en una salsa dulce de puerros y el magret apenas saca la cabeza de entre las frutas rojas. Sus postres tienen más encanto en el nombre que en el paladar, tanto que el milhojas de chocolate amargo con salsa de azafrán resulta decepcionante. Excepto si lo acompañas de un vino dulce como el Matusalén, que le da todo el sabor.
Pasad de los cafés especiales, son prefabricados y escandalosamente caros, como todo, me temo.